Los lugares de este viaje tienen todos algo en común: la fiesta, la multitud, el sacrificio o la utilización de animales. Desde la antigua Medinaceli hasta Coria en Extremadura, recorriendo prácticamente todas las regiones de España, el viajero traza un denso itinerario de los festejos populares en donde la tradición se convierte en demasiadas ocasiones en excusa para un incomprensible ensañamiento sobre animales. Asistimos a un denso catálogo de brutalidades -algunas abolidas y otras todavía vigentes- que el viajero recoge y describe en función del tipo de animal utilizado y el grado de crueldad al que es sometido para disfrute y regocijo del público. Viaje a las malas costumbres es un pequeño fresco de una España negra o pintoresca, a veces esquiva y celosa de su propia identidad hasta el punto de ocultar a las miradas los ritos más sangrientos de sus fiestas, y frecuentemente orgullosa de sus becerradas y corridas de toros, aun cuando aparecen como una representación de un auténtico sacrificio orgiástico. Y al viajero no le queda otra que refugiarse en el consolador privilegio de comulgar con esa otra tr