Los últimos años de la vida del conde Lev Tolstói se vieron marcados por la muerte de Vániechka, el menor y más querido de sus hijos, la excomunión y, finalmente, la huida de su casa de Yásnaia Polaina, a los ochenta y dos años, provocada por un matrimonio insostenible. Como en su juventud, también en su vejez Tolstói confería a su diario un lugar primordial, ya que estaba convencido de que éste le permitía profundizar y lo obligaba a la sinceridad, a la franqueza y a la honradez consigo mismo. «Cuando se escribe un diario?decía?, uno percibe de inmediato cualquier cosa que sea falsa.» Con el paso del tiempo, los diarios de Tolstói se fueron convirtiendo en un crisol de sus doctrinas filosóficas y morales; sin embargo, los elementos íntimos, personales, no destinados a ser leídos por otros, nunca dejaron de estar presentes, entrelazándose con reflexiones y juicios abiertamente destinados a ser difundidos. La magnífica selección de Selma Ancira anima la lectura, amena, instructiva y apasionante, de los últimos años de la vida de Lev Tolstói en la intensa Rusia prerrevolucionaria.