Un alucinante mar de paisajes volcánicos teñidos de púrpuray rojo-óxido, la isla de César Manrique sorprende y enamora alvisitante en cada esquina. Con pequeños pueblos de casas bajaspintadas de blanco; piscinas naturales de aguas brillantesque se confunden con la inmensidad del Atlántico; playasirresistibles de arena dorada u oscura arena volcánica y unagastronomía fabulosa y llena de creatividad, esta isla es una fiestapara los sentidos y ofrece un marco incomparable para disfrutar denaturaleza y arte.