«El pan no sugiere opulencia, es lo cercano, endurece con el día, como la gente. Es una metáfora que tenemos ahí, en la mesa o a pie de calle, y no la percibimos. Tras él no hay filosofía, solamente necesidad. O quizá una filosofía de la necesidad. Ganarlo con el sudor de la frente ya no significa, en la Europa occidental, librar la batalla para conseguirlo. Aquí y ahora se persiguen otras cosas».