1989. Los Pet Shop Boys —el elegante y carismático Neil Tennant (voz) y el esquivo Chris Lowe (teclados)—, quizás el dúo más brillante del pop británico de los ochenta, que hasta la fecha había lanzado hits imperecederos como "West End Girls", "Opportunities", "It’s a Sin", "Left to My Own Devices" o "Domino Dancing" y cuatro álbumes que habían arrasado en las listas de éxitos, por fin se decidían a emprender la que sería su primera gira internacional. Hasta entonces, su obsesión por el control de todos los detalles de su producción musical, cierto pánico escénico y la ambiciosa puesta en escena que pensaban que sus actuaciones frente al público debían tener habían frustrado cualquier intento de ofrecer un directo. Por fin, en verano de 1989, el dúo aceptó dar una serie de conciertos fastuosos que los llevarían a Hong Kong y Japón, más unas fechas ya de regreso en el Reino Unido. En este periplo, los acompañaría —además de la troupe de bailarines y músicos de soporte, su equipo de management y el fotógrafo Lawrence Watson— el periodista Chris Heath, al que encomendaron la ardua tarea de escribir un libro so