La Gran Depresión se llevó los empleos, hogares y esperanzas de cientos de miles de hombres y mujeres en la Norteamérica de los años treinta. En poco tiempo el número de vagabundos merodeando por parques y calles se multiplicó de forma alarmante, mientras en las afueras de pueblos y ciudades proliferaban campamentos de personas famélicas y desesperadas. Tom Kromer fue una de ellas. Joven con estudios universitarios, la falta de trabajo y de sostén familiar lo arrojó a la carretera. Sin otra ambición que conseguir tres comidas y un techo, durante cinco largos años deambuló por albergues cristianos, parques públicos o pensiones de mala muerte, y soportó toda clase de humillaciones y brutalidades por parte de la Policía. "Nada que esperar", relato de una vida a la intemperie, recoge las experiencias que su autor anotó en papeles de fumar Bull Durham y en los márgenes de folletos religiosos. Publicada en 1935 e inédita hasta ahora en castellano, "Nada que esperar" es la única novela de Tom Kromer, cuya carrera literaria concluyó de forma abrupta en 1937 tras publicar en la revista "Pacific Weekly" relatos bre