Esta es una historia de centauros, esos seres mitológicos, mitad humanos, mitad bestias, que vivían en las montañas, atrapados entre dos mundos. Félix Urabayen, narrándonos el ascenso de un novicio a jefe de un grupo de contrabandistas, rescata el modus vivendi de aquellos paisanos que, con los métodos más variopintos y al margen de la ley que imponían los carabineros, se dedicaban a ganarse la vida trasegando todo tipo de productos, a través de una frontera no reconocida y mucho menos respetada. Una novela con toques de ambientación barojianos, mitológicos, románticos a veces, irónicos siempre, que nos narra la cotidianeidad de aquellos «contrabandistas de las lunas viejas», de los que nos hablaba Marc Legasse. El testimonio del fin de una época que pone en valor un oficio que, en contra del poder establecido, aún perdura en esa muga pirenaica que una y otra vez, de uno u otro modo, han sabido transgredir los vecinos de uno y otro lado.