Tolstói escribió la más extensa y bella de sus fábulas, utilizando la clásica figura de la tríada en la que pugnan las fuerzas del bien y del mal. En ella, reinstala las costumbres de su amada Rusia, al tiempo que recupera el folklore de la tradición oral y el íntimo contacto con el trabajo de la tierra. Las ilustraciones de Decur extraen, de sus cajones más íntimos, un riquísimo mundo simbólico.