En La expedición del pirata Jack London recrea magistralmente la pubertad de Tom. Joven de buena familia y buenas costumbres, pero ansioso de explorar por sí mismo y cuanto antes la estructura misteriosa del planeta que hay más allá de los deslindes del hogar y la familia. Un deseo clásico a su edad, acaso el mayor deseo incubado en la mente de todos los jóvenes adolescentes desde tiempos ignotos. Pero no todos ellos tienen el valor de Tom para tomar la decisión de lanzarse de una vez a ese mundo desconocido, cualquiera sean las consecuencias. Estamos aquí frente al clásico héroe de la novela de aventuras del siglo pasado, por cierto. El héroe que recoge los anhelos y la admiración del lector. Y que para el caso de la literatura norteamericana, viene a ser un modelo de vida que llevará a los Estados Unidos al desarrollo y la opulencia económica. Tom será el prototipo del joven americano amante de la libertad, y de las posibilidades personales del individuo, en tanto ser capaz de enfrentar las vicisitudes de la vida por sí solo, cualquiera sean sus orígenes y posición en el mundo.