A lo largo de este siglo nos esperan grandes cambios que sólo podíamos imaginar en nuestras pesadillas. Parece como si nos hubiéramos empeñado en cumplir con las antiutopías de orwiell, Bradbury o Huxley. Con el final del petróleo barato, y más tarde del gas natural, el carbón, el cobre y hasta otros 251 productos básicos para la industria avanzada, se abre ante nuestros ojos un horizonte plagado de guerras por los recursos minerales y por el agua, cada día igualmente más escasa en un mundo cada vez más poblado. A esta escasez le deberíamos sumar la catástrofe ecológica que el ser humano ha provocado, con la sexta mayor extinción de todos los tiempos. No podemos dejar de pensar en que nuestra era de desarrollo tecno-industrial ha llegado a un momento de cambios drásticos y veloces.